lunes, 29 de octubre de 2018

Brasil: Nubes negras de tormenta






Es posible creer que se tiene una idea al menos somera de las razones políticas y sociológicas que llevaron al pueblo brasileño a elegir a un candidato representante de la ultraderecha como presidente de su país.

Pero, alegrarse por ello, aquí en Venezuela, es no entender las graves implicaciones y amenazas que tendrá esta elección sobre la institucionalidad democrática, los derechos humanos e incluso el equilibrio ambiental, no sólo en Brasil, sino en toda Latinoamérica. Las claras y directas declaraciones dadas por el ahora electo presidente de Brasil al respecto de estos temas no deja lugar a dudas sobre su talante.

Es preocupante que este entusiasmo nazca del odio creciente en Venezuela por toda propuesta y persona que suene a izquierda, ello como producto de la crisis humanitaria venezolana generada por el gobierno nacional. Odio que nos puede cegar e impedir ver la realidad con prudencia, responsabilidad e incluso con temor.

Tal situación es triste porque, por una parte, el odio es el triunfo del chavismo, y por otra, es un engaño seguir creyendo en que los problemas del mundo se limitan a una guerra maniquea entre la "izquierda" y la "derecha", en la cual uno son los "buenos" y otros "los malos".

Ya la política global no puede ser entendida según preferencias por gobiernos de derecha o izquierda, sino desde el punto de vista de gobiernos defensores de la democracia y los derechos humanos contra gobiernos autoritarios y represivos (sin importar sus máscaras ideológicas)

Siento mucha tristeza y preocupación por el futuro de nuestra región permanentemente sometida a este pendular entre gobiernos extremistas, lo que nos aleja cada día más de la democracia real y nos empujan a una africanización de nuestros países. Lo digo porque muchos pueblos del África han sufrido y sufren de pobreza, hambre y muerte no sólo a causa de la ineficacia de sus gobiernos, sino principalmente por las guerras y crisis derivadas del extremismo político y religioso.

A todos mis amigos brasileños mi solidaridad y apoyo en defensa de su democracia hoy amenazada. Espero que los políticos de su país reflexionen y logren entender la importancia de dejar de defender sus parcelas de poder y comenzar a defender los derechos de todos sus ciudadanos.

Asimismo, en este momento, los ambientalistas debemos prepararnos para actuar de manera eficaz y coordinada con todos las organizaciones regionales para actuar frente a un nuevo y poderoso "desarrollismo" que destruirá, aún más, la selva amazónica y todos sus ecosistemas asociados.

Espero estar profundamente equivocado.

jueves, 25 de octubre de 2018

La ética de las sanguijuelas



A veces cuando pensamos en personas que se aprovechan y dañan a otras personas los comparamos con sanguijuelas y otros animales parásitos y dañosos.

Esa idea me nació a partir de que un amigo, ante un nuevo ataque delincuencial contra la universidad donde trabaja se preguntó con angustia ¿A quién le puede convenir esta destrucción?

Su pregunta no es para nada trivial. Las instituciones educativas universitarias en Venezuela han estado en los últimos años sometidas a un despiadado saqueo, vandalismo y expoliación. Situación sólo comparable al estrangulamiento financiero a la que el gobierno ha sometido a las instituciones y al personal docente, administrativo y obrero que trabaja en las mismas.

Esa situación ha tenido consecuencias dramáticas. Las universidades venezolanas están perdiendo cada vez más su capacidad de ser instituciones generadoras de conocimiento, cultura y de formación de profesionales de alto nivel.

La indiferencia e indolencia (cuando no cinismo) del gobierno ante esta situación parece apuntar a un proceso deliberado y sistemático para destruir a esas instituciones.

No resulta fácil imaginarse a personas que puedan tener como objetivo destruir las posibilidades de nuestro país de resolver nuestros problemas mediante el uso de las herramientas del conocimiento. Es ​aún ​más abrumador pensar en ellos como conciudadanos, que algunos de ellos fueron egresados de nuestras universidades.

Quizás, llegado a este punto, sea válido preguntarse qué conexión puedan tener estas personas con los que han realizado negocios escandalosamente lucrativos con la comida y las medicinas del pueblo; los que convirtieron al sistema de salud en una ruina inoperante; los que quebraron y sepultaron a la economía nacional; los que arrasaron con los referentes culturales del país; los que convirtieron la educación básica y media en un pozo de mediocridad y los que saquean los recursos naturales del país.

También podemos pasearnos por los que miran con indiferencia la muerte de los niños desnutridos y enfermos, los que no se perturban (o quizás se felicitan) por haber generado la mayor migración forzada en toda América, así como los que por negligencia, incompetencia y complicidad convirtieron a nuestro país en el más peligroso del continente más peligroso.

No olvidemos incluir en la lista a los que torturan y matan. Los que chantajean y amenazan. Los que silencian y amordazan. Los cómplices y socios de los que ahora viven como jeques petroleros en países muy capitalistas ellos. Es decir los que te robaron el futuro a ti y a tus hijos

Estamos tentados a pensar en ellos como en sanguijuelas chupando toda la sangre del país, quizás hasta desangrarnos completamente.

Pero estaríamos equivocados. Los animales viven de la única manera que su estructura y función les impone. Son seres sin ética, ni razón. La conciencia del bien y el mal es una característica humana.

También es necesario darnos cuenta que el antónimo de humano no es animal. Es monstruo.

Los monstruos no tienen razones. Son sacos de odio, codicia y crueldad. No les preguntes por intenciones e ideales porque no habrá más respuesta que la de la fetidez de su aliento de fuego y muerte.

Un personaje de los libros de Terry Pratchett recomienda que frente a los monstruos “No te asustes, enójate”.

En este caso es enojarse como impulso para actuar con propósito y unidad.

Todo monstruo es como un deslave y avanzará en su ruta de destrucción hasta lo máximo que la resistencia del terreno se lo permita.

Será necesario resistir con rebeldía

jueves, 11 de octubre de 2018

Siete Burros en el arte contra la opresión


Pablo Picasso "Paulo sobre un asno" (1923)


En Venezuela el régimen quiere borrar incluso el tradicional humor venezolano. Por ello, entre muchas otras situaciones, detiene de manera ilegal e ilegítima a dos hombres útiles y necesarios para la sociedad y los amenaza con encarcelarlos por muchísimos años. Todo ello sólo por hacer un chiste que incluye un burro. Chiste del cual nos reímos todos y que si sus captores fuesen inteligentes, honestos y tolerantes también rieran y aceptaran que hacer humor y burlarse de los gobiernos también es un derecho.

Por ello, voy a hablar de burros en el arte como pretexto para hablar y también para protestar por la opresión en Venezuela.

Aunque a muchos pueda parecerles raro, los burros tienen una amplia presencia en el arte, ya que fueron incorporados a las obras de los artistas para representar lo popular y lo humilde. Esto porque en gran parte del mundo ellos fueron el transporte y animal de trabajo de las capas pobres de muchas sociedades, ya que sólo las clases ricas se podían permitir poseer y mantener caballos.

Por ello, los burros que presento aquí son metáforas del pueblo venezolano que al igual que los burros muchas veces son despreciados, explotados y tratados a palos.

En función de lo anterior, mis comentarios no tienen nada que ver con críticas ni opiniones sobre los temas religiosos, históricos e ideologías particulares que aparecen o subyacen a las obras de arte que presento. Mucho menos son intentos de comparar estos equinos con ninguna figura política. Jamás sería tan cruel con los animales.


1. Entrada de Jesús en Jerusalén. Giotto  (1305)




Giotto fue un pintor florentino del siglo XII considerado como uno de los iniciadores del arte renacentista en Italia. La obra forma parte de la decoración de la capilla Scrovegni, en Padua, y muestra la entrada triunfal de Jesús el Mesías a Jerusalén montado a lomos de un burro.

Muchos pueblos reciben con esperanza y alegría la llegada de personajes mesiánicos que prometen llevarlos al cielo.

Pronto encuentran que esa llegada es sólo el preámbulo al vía crucis que sufrirá el mismo pueblo: detenido, humillado, torturado, condenado, crucificado y sepultado.

Los que traicionan y niegan al pueblo pronto se encontrarán con la resurrección de un pueblo que volverá para imponer su  soberanía e implantar su justicia.


2. Grabado para edición francesa del Don Quijote. Gustavo Doré (1863) 




Gustavo Doré fue un ilustrador y grabador francés de finales del siglo XIX el cual realizó ilustraciones para muchas ediciones francesas e inglesas de libros importantes. Sus imágenes sobrecogedoras, dramáticas, a veces describen paisajes medievales sombríos y llenos de ruinas y caos.

Sancho Panza es la representación del pueblo llano, pacífico, pragmático, y alejado de idealismos, con muy poca educación, pero lleno de sabiduría popular.

En la ilustración Sancho Panza llora arrepentido por haber descuidado a su burro. Hoy los venezolanos, lloramos por nuestro país destruido, quizás por haber descuidado al país y a la democracia.

Al final de la historia del Quijote, Sancho se acerca al lecho de muerte del hidalgo y le impreca diciéndole: “…la mayor locura en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos que le acaben que las de la melancolía”. 

No dejaremos morir a nuestro país y con el volveremos a recorrer los caminos en "el rucio" y en Rocinante.



3. El burro verde (L’Ane vert) Marc Chagall (1911)




A comienzos del siglo XX los artistas más vanguardistas rechazaron los preceptos de las escuelas de arte académico y buscaron nuevas perspectivas para crear sus obras. Algunos trataron de expresarse a la manera de la pintura popular e incluso del dibujo infantil.

En Venezuela el gobierno convirtió la idea de pueblo en una escenografía barata y denigrante, como primer paso para traicionarlo y destruirlo.

Volveremos a mirar al pueblo con amor y respeto.



4.  Asta el abuelo. Francisco de Goya (1799)



Un grabado de Francisco de Goya de la serie “Caprichos”, publicada en 1799, mediante los cuales el pintor realizó una muy cáustica sátira de la sociedad española, en especial de los poderosos de su tiempo. La obra la tituló “Asta el abuelo” (sin H en el original) A través de la misma satiriza a los arribistas que luego de alcanzar el poder se buscan títulos de nobleza y méritos que nunca tuvieron.

En Venezuela un grupo que se autoproclamó “defensores del pueblo”, pero actúan como los cerdos de la obra “Rebelión en la Granja” de George Orwell , que luego de proclamar la igualdad de todos los animales, terminaron imponiendo su tiranía brutal detrás del lema: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.”

Todo verdadero demócrata lucha por limitar el poder de todos los grupos e intereses, al ser conscientes de que, como dijo Lord Acton: “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.  

Los venezolanos estamos trabajando para que el poder vuelva al ciudadano.



5. Hombre cargando burro con leña. Diego Rivera (1938)




Los muralistas mexicanos buscaron reafirmar sus valores ideológicos a través de mostrar las desigualdades y la opresión del pueblo con el fin de generar consciencia sobre esas situaciones.

Cuando queremos cambiar las situaciones de opresión y desigualdad debemos estar conscientes de a quienes dejamos por fuera, quienes son los nuevos oprimidos por el cambio. La imagen nos muestra un animal con un enorme peso encima, un mero vehículo de carga. No tiene derechos, ni consideraciones como ser vivo.

En Venezuela la carga de las políticas económicas cayó sobre un pueblo que no parece tener ni derechos ni merecer respeto. Es un mero vehículo para lograr la conservación del poder político por parte de unos pocos.

No tengan la menor duda de que quienes hoy son humillados y envilecidos se rebelarán

Es un error fatal creer que los burros (y los pueblos) son estúpidos.



6. Huida a Egipto. Bartolomé Murillo (1647-1650)



Murillo fue, uno de los más importantes pintores del Barroco español. Este artista en sus primeros años trabajó el estilo del naturalismo, que en este caso alcanza niveles espléndidos. La Sagrada Familia es descrita como una familia campesina, vestida a la manera del Siglo XVII. El niño es completamente realista, aunque de él emana un resplandor que ilumina el centro de la escena. El burro, completa la escena con su paso que avanza lentamente hacia el exilio de los personajes.

Cada día miles de venezolanos, como la familia de la pintura, tienen que huir debidos a los funestas políticas de los Herodes actuales. Los más afortunados van sobre vehículos, ya muchos por su propio pie, todos buscando una seguridad y protección que no consiguen en su país y que los poderosos les han robado.

En un futuro cercano, los venezolanos retornarán a su tierra para reclamar lo que es suyo. Algunos volverán en humildes burros, otros sobre los poderosos vehículos de la educación, la prosperidad y en particular de la dignidad.


7. Donkey Documents. Banksy (2007)




El artista británico de “Street Art” conocido como Banksy, realizó esta obra sobre el muro que separa Cisjordania en Palestina con Israel como protesta contra la represión militar en esa zona.

El control militar de las actividades civiles es uno de los elementos que definen los regímenes opresivos. Este puede disfrazarse de muchas maneras: “Lucha Antiterrorista”, “Defensa de la Patria”, “Control de Actividades Subversivas” e incluso, créalo o no “Resguardo de los Supermercados y Mercados Populares para Evitar la Especulación y la Guerra Económica”, pero todas ellas lo único que persiguen es la imposición de lo militar a lo civil y al final la desaparición de la idea de ciudadanía y su sustitución por la sumisión.

Ser ciudadano es una condición que no se pierde por la imposición del abuso y la dominación. Ser ciudadano va más allá de ser habitante de un país. Es un compromiso de conciencia de ser parte, tener parte y tomar parte de una comunidad y una nación.

Ninguna imposición nos quita lo que somos, ni nuestra identidad.

Ni a ti, ni a mí, ni a los burros.




P.S: Una versión resumida de estos textos la coloqué recientemente en mi cuenta de Facebook.


lunes, 13 de agosto de 2018

Homicidio y otras palabras terminadas en “cidio” para entender a Venezuela




Como los medios de comunicación frecuentemente usan términos que no necesariamente conocemos su significado o alcance, como servicio público aquí les coloco algunas definiciones de palabras terminadas en “cidio”, que quizás sean útiles para entender la realidad actual venezolana. Las definiciones las tomé en la mayor parte de los casos del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE).

Homicidio
1. m. Muerte causada a una persona por otra.

Bajo esta idea del asesinato, aparecen otras definiciones tales como la de “Infanticidio” Acción de dar muerte a un niño de corta edad. “Feminicidio” Asesinato de una mujer por razón de su sexo. Y hay una cantidad de otras palabras que llevan la terminación “cidio” que viene del latín “caedere”, que significa matar, por ejemplo: filicidio, fratricidio, matricidio, patricidio, suicidio, uxoricidio, etc.

En un país con una de las tasas de homicidio más altas del mundo, la muerte violenta de una persona es un asunto tan cotidiano, que ya prácticamente no es noticia. De hecho muchos asesinatos no son reseñados por la prensa nacional.

Para mí no todo homicidio es producto de un acto violento deliberado, como cuando una persona dispara a otra.

Por ejemplo, cuando pienso en “infanticidio” pienso en los niños del Hospital J.M. de Los Ríos, o del Hospital Universitario de Pediatría Dr. Agustín Zubillaga de Barquisimeto, o los que van muriendo de hambre en el país cuyo gobierno dice que posee las mayores reservas de petróleo y las minas de oro más grandes del mundo, entre otras riquezas.

Ecocidio
La Real Academia de la Lengua Española aún no ha incorporado esta palabra a su diccionario. Pero según el diccionario de la Fundación para el Español Urgente (Fundéu BBVA) este vocablo es un neologismo válido para referirse a un daño grave producido en los ecosistemas de un territorio.

Esta definición es un poco vaga porque no precisa que significa “daño grave”. En un artículo que escribí en el 2014 intenté precisar este término y lo definí como: un daño grave y extenso (en escala tanto geográfica como temporal) sobre los ecosistemas en un territorio dado, provocado por la acción humana  deliberada, el cual genera un efecto negativo sobre los derechos de las personas y la existencia de los ecosistemas y comunidades biológicas presentes.

Cuando pienso en ecocidios en Venezuela, pienso en el Arco Minero del Orinoco y el resto de la explotación minera en Guayana, en las minas de carbón en la cuenca del Guasare en el Zulia, en la destrucción del lago de Maracaibo debido a los continuos derrames de hidrocarburos, y en  la destrucción masiva de los bosques en todo el eje norte costero del país, entre otros muchos casos.

Genocidio
1. m. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad.

Es quizás importante indicar que el término no sólo ha sido usado en los casos de eliminación deliberada y sistemático de grupos humanos debido a sus diferencias, como en el caso del holocausto del pueblo judío realizado por el régimen Nazi en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, el holocausto ucraniano promovido por Stalin y el del pueblo armenio, por nombrar algunos pocos, sino que también puede ocurrir un genocidio por goteo según el Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eugenio Raúl Zaffaroni ¿Este juez tendría algún país en mente cuando realizó esta declaración? Sí no fue así, yo si lo tengo.

En el caso de Venezuela me quedan muchas dudas ¿El uso de mercurio en todas las zonas mineras del país puede considerarse ecocidio o genocidio? ¿Ambos? Por su parte, el abandono y destrucción de los pueblos indígenas debido a la ausencia de mecanismos que los protejan frente al paludismo o el sarampión, la pobreza o el hambre, o peor aún que los protejan de la criminalidad derivada de la minería ilegal o “legalizada” ¿debe ser considerada genocidio o debemos recurrir a la palabra “etnocidio”? Esta última es definida por el DRAE como “Genocidio étnico”, lo cual nos deja a medio camino. Según Wikipedia etnocidio es la destrucción de la cultura de un pueblo. Por ello, si destruimos el ambiente del territorio donde vive un pueblo indígena y le imponemos la cultura minera occidental devastando la suya propia, quizás debamos hablar de etnocidio. Apesta a Arco Minero y otros temas en Venezuela.

Magnicidio
1. m. Muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder.

En esta definición no sólo caben los asesinatos de jefes de Estado o gobierno como Anwar el-Sadat, Abraham Lincoln, Olof Palme, John F. Kennedy, Indira Gandhi y en el caso de Venezuela de Carlos Delgado Chalbaud, sino que también incluye el homicidio de líderes sociales, religiosos, intelectuales o personas famosas, tal como en el caso del asesinato de Trotsky, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y John Lennon, entre otros. Con respecto al caso de Venezuela ¿podremos incluir en esta categoría el aún muy poco claro asesinato del fiscal Danilo Anderson en el ya lejano 2004?

Me queda la duda de cuán “magno” o importante tiene que ser una persona para que su asesinato, ejecutado o fallido, sea considerado magnicidio.  Quizás en algunos casos haya que recurrir a otra palabra derivada del latín “tyrannicidium”, pero mejor no, ese tema es demasiado peliagudo. Total ustedes son gente muy inteligente y no necesitan más explicaciones y si llegasen a tener alguna duda al respecto recurran a los textos que sobre ese tema escribieron Santo Tomás de Aquino o de Juan de Mariana (si no tienen acceso a esos documentos muy antiguos pueden recurrir a Wikipedia) o más recientemente al artículo de Fernando Mires sobre magnicidios.

En fin, cuando uno se pone a buscar palabras a veces consigue algunas completamente desconocidas, interesantes o curiosas. En este caso buscando palabras terminadas en “cidio” me conseguí con ésta que me resulta muy interesante:

Excidio 
1. m. desus. Destrucción, ruina, asolamiento.

El DRAE lo clasifica como una palabra en desuso. Quizás en Venezuela tenemos que volver a ponerla de moda para definir lo que está ocurriendo en nuestro país y la manera como lo están matando.

Llegará el tiempo en que los autores intelectuales y materiales de estos asesinatos de personas, ecosistemas y futuros serán juzgados y serán condenados a ser recordados para siempre como lo que son: monstruos que destruyeron su propio país.

miércoles, 6 de junio de 2018

Cotorra de Alejandro (al estilo del monólogo del replicante de Blade Runner)


Salinas de Las Cumaraguas, Estado Falcón Venezuela


Cuando uno llega a cierta edad, algunos comenzamos a ser conscientes de dos temas que hasta cierto punto son opuestos: Lo sortario que uno ha sido y del poco tiempo que esa suerte va a durar.

Digo sortario, porque cada día que despierto sé que le he ganado un día a la muerte.

Soy consciente que el día que nací también lo hicieron miles de personas. Pero al día de hoy solamente un pequeño número de ellos me podría acompañar a una celebración de cumpleaños colectiva. Es decir tengo la suerte de seguir disfrutando de la mayor riqueza que es posible tener: Estar vivo.

Sobre lo del poco tiempo, es debido a la única certeza que todos los seres humanos tenemos: Que nuestra existencia es efímera, que cada día que pasa es uno menos en la cuenta del reloj de la vida y que ya le queda poca arena al reloj de la mía.

La muerte junto al amor son los dos principales temas humanos. Por ello la filosofía y el arte se han ocupado de ellos desde que existen.

Los que somos nerds con recorrido tenemos una referencia de culto sobre el tema de la muerte: El monólogo del replicante, en la película Blade Runner de Ridley Scott.

Un replicante es el término que se usa en la película para referirse a androides prácticamente indistinguibles de los humanos. Uno de ellos, luego de una feroz lucha con un cazarrecompenzas que busca “retirarlo” (asesinarlo) hace una especie de discurso final, en la cual dice:

“He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de combate en llamas sobre el hombro de Orión... He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser... 

Todos esos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia...

Es tiempo de morir”.

(la traducción es mía)

Estas palabras han sido repetidas y analizadas incontables veces y se les ha dado una cantidad enorme de explicaciones. Pero al final, lo que las hace extraordinarias no es lo que pudo significar para el actor Rutger Hauer que las improvisó durante el rodaje de la película, sino lo que puede significar para cada persona que las oiga.

Puedo preguntarme qué significan para mí. Y, en mi vida, ¿qué he visto de extraordinario?

Y sí, tengo mi propia  lista de maravillas. Aquí se las pongo:

He visto los Médanos Blancos cerca del Cabo de San Román; las salinas de las Cumaraguas en Paraguaná; las Galeras del Cinaruco al sur del Parque Nacional Cinaruco-Capanaparo en Apure; el Pan de Azúcar en el Parque Nacional La Culata en Mérida; el paisaje de las mesas al sur de Anzoátegui; los Andes de Trujillo más allá de Valera y el Cerro Autana en Amazonas.

He visto al Orinoco en sus múltiples facetas: En la desembocadura del Sipapo; en Puerto Ayacucho, en Mapire, en Ciudad Bolívar, en la desembocadura del Caroní, en Tucupita y en su salida al océano en Punta de Pescadores en el delta afuera.

He visto el mar hacerse invisible para mostrar todos sus tesoros en un arrecife en Cayo Sal en Los Roques

He visto la Vía Láctea desde una finca en Apure; una lluvia de estrellas en una playa en Mochima; una tormenta de rayos en el lago de Maracaibo; al sol reflejado en la corona de montañas que rodea la Laguna del Suero en Mérida y un atardecer en Morrocoy con flamencos cruzando el cielo. He visto a la Cruz del Sur y la Osa Mayor cada una en su momento en un mismo cielo.

He visto bandadas de guacamayas cruzando a través del cielo caraqueño y a la luz jugando a hacer sombras y matices con los pliegues de la serranía de El Ávila.

Lo sé, al final todos esos momentos desaparecerán sin dejar rastros. Pero aún no es tiempo de morir.

Hoy para mi es tiempo de luchar. Luchar contra la cultura de la muerte y destrucción que nos quieren imponer. Trabajar duro para intentar que esos lugares y las gentes que los rodean puedan seguir existiendo y otras personas puedan extasiarse en su presencia.

Y para mí ese esfuerzo tiene una razón: Tuve la fortuna de conocer y aprender a amar profundamente a mi país y por ello, mi trabajo por preservar sus tesoros es la manera que tengo de pagar por haber asistido a ese extraordinario espectáculo que es Venezuela.

Otro día será tiempo de morir. Hoy es de amar.


Dedicado a todos los amigos, colegas y gente amada que estuvieron conmigo en cada uno de esos sitios.Si llegaran a leer esto, a lo mejor, podrá acordarse del momento y unirlo a su listado de maravillas. También lo dedico a los que ya no están pero aún siguen muy vivos en mis afectos.

viernes, 2 de febrero de 2018

¿De dónde nace la valentía?




El pasado 30 de enero en el programa de radio de Cesar Miguel Rondón se realizó un foro sobre la percepción de los jóvenes con respecto a la crisis que vive Venezuela. Se le tituló “Ser  Joven en Venezuela”.

El periodista convocó a la participación del público a través de su cuenta de Twitter y fue leyendo los mensajes que fueron llegando.

Jamás había oído tanta expresión de desesperanza, desaliento e impotencia en un programa dirigido a los sueños de los que tienen futuro y habilidades para construirlo. Incluso alguien habló de derrota, esta palabra tan dura, tan definitiva, tan fatídica.

Los entrevistados, líderes estudiantiles, intentaron, sin demasiado convencimiento, borrar ese gusto amargo de ser algo más que médicos dando esperanzas a un enfermo terminal.

Definitivamente algo va mal. Ya oigo decir  -De cajón, Alejandro todo está mal o ¿es qué no vives aquí?

Por supuesto no soy un optimista del bando de los buscadores de unicornios azules. Lo que me pasa es que me gusta la Historia, en particular aquellas historias que involucran a personas comunes, haciendo cosas extraordinarias.

Particularmente me acordé de una anécdota sobre un hombre casi adolescente. Se llamaba Rafael Ángel Petit, tenía apenas 18 años y era uno de los tres jóvenes  que habían emprendido un viaje a pie con el cual esperaban ir desde Caracas hasta Washington. Éste había iniciado en enero de 1935 y para el momento de este relato habían logrado llegar a Bogotá, luego de una muy difícil ruta (1).

El viaje estaba a punto de frustrarse. Jaime Roll, jefe de la expedición, había decidido darlo por concluido y regresar a Venezuela.  Juan Carmona se rebeló ante esa decisión y decidió seguir el viaje solo.

Petit, se encontraba en una encrucijada. Seguir las órdenes de Roll o tratar de alcanzar a Carmona. Le escribió un telegrama a su jefe de su tropa de Boy Scouts pidiéndole consejo. La respuesta fue que cumpliera con las órdenes que le habían dado.

El joven le respondió: “Hasta hoy sus consejos y órdenes han sido cumplidas al pie de la letra. Pero en esta ocasión el caso cambia. Va en ello mi Honor, el de mi familia, el de mi Patria, el Cuerpo de Boy Scouts de Venezuela, que ha depositado conjuntamente con la A.C.D. (Asociación de  Cronistas Deportivos) de Caracas su confianza en mí”.

Con este ánimo Petit se lanza a tratar de alcanzar a Carmona que le llevaba más de un día de ventaja. Recorre la ruta Bogotá, Medellín y de allí tomó la ruta hacia la frontera panameña.

El camino seleccionado lo llevó a través de las selvas del Chocó. Una zona de bosques densos, ciénagas y múltiples ríos, prácticamente sin caminos, ni poblados. Durante casi un mes caminó sobre terrenos inundados, tuvo que cruzar ríos en balsas improvisadas. A veces sólo lograba avanzar unos pocos kilómetros al día. Debió dormir trepado a árboles, huyendo de depredadores y otros animales peligrosos. Sufrió hambre y mucho miedo.

Luego de múltiples peligros se consiguió con indígenas que lo llevaron a su poblado, pudiendo posteriormente seguir su camino. Ya en ese momento, aunque no lo sabía, estaba en Panamá.

Logró reunirse con Carmona en la ciudad de Colón, donde éste se reponía de una lesión infectada en una pierna. Ambos estaban enfermos de paludismo. A pesar de ello decidieron seguir.

Un poco más adelante Petit escribiría: “Llegaré a Washington o moriré con gusto”. Dos años y medio luego de su partida llegaron a su meta.

Asimismo, al finalizar el viaje escribió:

"Ahora que la parte dura del viaje ha acabado, nosotros sentimos que ha valido la pena. Lo hemos disfrutado, aún a pesar de los momentos duros vividos, de sufrimiento y de ver la muerte tan cerca de nosotros. Pero todos los obstáculos que encontramos, pudieron ser superados. Todo el miedo que teníamos, y no éramos ajenos a él, se vio remplazado por una confianza en franco crecimiento a base de experiencias y por la necesidad de estar siempre listos y alertas.”

Para mí esta parte de la historia de Rafael Ángel Petit y Juan Carmona me habla de la valentía en momentos muy difíciles, pero principalmente de la convicción necesaria para lograr las metas propuestas.

Volvamos a nuestra época.

Los venezolanos nos enfrentamos a enemigos poderosos. Los conocemos muy bien. Esos enemigos están en guerra contra el país y su población. Son señores de la guerra y están enquistados en el poder con todos sus fusiles y cañones.

Pero la peor de todas sus armas es la comunicacional.

El objetivo de este tipo de arma es minar la moral de aquellos que consideran sus enemigos para llevarlos a la resignación y la sumisión. Intentarán debilitarte infundiéndote miedo, desorientación, desconfianza (en ti y los demás), parálisis, desunión, confusión y prejuicios.

Necesitamos aprender a defendernos de estos ataques. No hay recetas únicas para ello, cada quién tendrá que conseguir su propia ruta a través de la selva.

A pesar de ello, pueden surgir algunas claves de la historia de Rafael Ángel Petit cruzando en solitario las selvas del Chocó:

  • Tu valor nace de tener un propósito de vida. Se atraviesan selvas en solitario y se enfrentan peligros, incluso de muerte, cuando tienes algo por lo cual luchar o por lo cual vale la pena seguir. Tu propósito es personal, tú lo escoges.
  • Mantente avanzando. Incluso en la peor de las ciénagas. Que ningún miedo te paralice.
  • Tu poder es una parte del poder de todos aquellos con los cuales tienes lazos y compromisos. Actúa junto a otros y comprométete con otros.
  • Eres más fuerte de lo que crees. Ante situaciones de peligro, tus fortalezas, incluso las que no creías que tenías, pueden surgir. Confía en ti. Rechaza los mensajes que te debilitan o te llevan a desconfiar de ti mismo. 
  • Lograr metas importantes exige mucho esfuerzo y constancia. Los éxitos nacen del trabajo duro.
  • Aprende de cada situación. Cada momento de peligro exigirá de creatividad y decisión de seguir. Toda experiencia asimilada es una preparación para superar las próximas.
  • El miedo ante el peligro es natural. Se supera manteniéndote orientado hacia tu propósito, ocupados y alertas. 
  • Mantente abierto a recibir ayuda, incluso de fuentes inesperadas.  

Con estas recomendaciones en nuestro morral podemos seguir adelante en esta selva de adversidad y opresión.

Que la fuerza esté con todos ustedes.




(1) La mayor parte de esta historia la tomé del libro “La extraordinaria hazaña de Petit y Carmona”  de Antonio Álvarez Valera publicado en el 2008.

jueves, 18 de enero de 2018

¿Qué tan lejos queda lo imposible?




¿Qué cosas son imposibles? En este momento en Venezuela muchos tienen respuestas a esta pregunta. La mayoría oscila entre sobrellevar con dignidad la actual situación de crisis, hasta lograr cambios fundamentales en la política nacional.

Yo por mi parte tengo una lista larga: volar como superman, respirar bajo el agua como los peces, viajar de manera instantánea, volver de la muerte… son todas imposibilidades físicas o por límites impuestos por nuestra biología.

Pero más allá de esas barreras, qué pudiéramos decir de las posibilidades de lograr lo que parece superar nuestras fuerzas y capacidades.

Por ejemplo, ustedes creen posible hacer un viaje caminando desde Caracas a Washington. Eso suena imposible o al menos muy improbable.

Si les digo que esa hazaña se logró hace casi 81 años, Que además ocurrió no en tiempos de buenas carreteras y facilidades en la vía, sino en una América prácticamente rural, transitando en su mayoría por caminos de tierras, espacios selváticos casi impenetrables y regiones en conflicto. Y todo eso contando sólo con la ayuda de un pequeño grupo de personas y teniendo a su salida únicamente cinco bolívares como monto total para gastos (un poco más de un dólar de la época). Seguro que me contestan que eso es una fantasía delirante.

Voy y les cuento:

El 11 de enero de 1935, tres jóvenes partieron de la Plaza Bolívar de Caracas, con el propósito de llegar a Washington, en un viaje que debían realizar únicamente caminando.

Ellos eran: el marabino Rafael Ángel Petit, el español Juan Carmona y el sirio-israelí Jaime Roll, deportistas y miembros del movimiento de Boy Scouts.

Dos años y medio después, el 16 de junio de 1937, el ministro plenipotenciario (embajador) de Venezuela en EEUU, Diógenes Escalante y su esposa, recibieron a Petit y Carmona en las escaleras del Capitolio de la ciudad de Washington. Habían atravesado siete países y recorrido cerca de 18.000 Km. Por su parte, Juan Roll se había retirado de la expedición en Bogotá.

La descripción de este extraordinario viaje la realizó mi padre, Antonio Álvarez Valera, en un libro que tituló “La extraordinaria hazaña de Petit y Carmona” publicado en el año 2008 e infortunadamente fuera de existencia.

La ruta, aventuras y situaciones que vivieron estos jóvenes a lo largo del viaje darían para una película de aventuras casi al nivel de Indiana Jones.

Ellos tuvieron que superar situaciones tales como: El cruce de la selva del Darién entre Colombia y Panamá, una región de selvas y ciénagas tan intrincadas que aún hoy en día representan una barrera al tránsito entre América del Sur y del Centro; los riesgos y sorpresas de ser extranjeros en el medio de situaciones y conflictos políticos en Centroamérica; las interminables distancias para cruzar México; así como las dificultades de transitar por los EEUU con temperaturas invernales y dificultades de comunicación porque no hablaban inglés. A todo eso hubo que sumar conflictos personales, ataques de fieras, enfermedades, miedo a lo desconocido, dificultades económicas y hasta intentos de asaltos por parte de delincuentes.

Las claves de cómo lograron esta increíble proeza puede conseguirse a lo largo de la narración que mi padre hizo de la hazaña.

Las principales fueron: El apoyo irrestricto y constante de sus compañeros Scouts tanto en Venezuela como en todos los países que visitaron, el estímulo entusiasta de los cronistas deportivos de la época en Venezuela y la buena voluntad de autoridades y personas de todo tipo que consiguieron a lo largo del camino. Pero la más importante de todas fue su voluntad de alcanzar su meta. Petit escribió en su diario de viaje: “Llegaré a Washington o moriré con gusto”.

A su llegada a la capital estadounidense fueron admirados y reconocidos como “globetrotters” y “embajadores de buena voluntad”.

Cuando regresaron a Venezuela recibieron homenajes como héroes nacionales.

Infortunadamente, estas hazañas pronto fueron olvidadas y también olvidamos que lo imposible deja de serlo por la fuerza de la voluntad.

Pero más de ochenta años después, Petit y Carmona todavía tienen algo que decirnos sobre la voluntad, coraje y esfuerzo necesarios para alcanzar nuestras metas como personas y como país.


Nota adicional: Muchas personas quizás también creyeron imposible que mi padre a sus 78 años escribiera su primer libro. Y con este consiguió sacar del olvido, que es una forma de muerte, a la extraordinaria proeza de Petit y Carmona y su decisión de no creer en imposibles.