viernes, 20 de marzo de 2020

Participación y solidaridad activa en tiempos de coronavirus




He estado escribiendo en mi cuenta de Facebook una especie de bitácora personal de los temas que me han parecido importantes ( al menos para mí) en estos días de cuarentena obligatoria por la epidemia de coronavirus. Quiero compartir la más reciente porque me gustaría conocer sus opiniones al respecto.

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Desmemorias del día 4 de clausura: jueves 19 de marzo de 2020.

Cuarto día de clausura de la región capital en Venezuela y tercero de cuarentena obligatoria nacional.

Un día marcado por la incertidumbre que se hace cada vez más sólida la creciente sensación de desamparo de mucha gente,en la cual crece  el rumor como sucedáneo de información.

Día con pocas noticias importantes más allá de esa lejana sensación de que debemos prepararnos para quién sabe qué.

Por eso, hoy no me place relatar anécdotas de encierro, sino de  los pájaros que cruzan por mi cabeza como si emigraran norte a sur, del frío al calor.

Les cuento:

Este es un momento en que sabemos que debemos luchar contra un enemigo poderoso e invisible que se infiltra en nuestras vidas, trastoca todos nuestros planes y nos empuja a ser una especie de animales invernando para esperar esa primavera que nadie sabe cuándo, ni de qué manera llegará.

Situación que hizo tangible la idea de la sociedad del riesgo del que hablaba Ulrich Beck en su famoso libro.

En el medio de eso crece cada día la percepción de peligro difuso, pero permanente, que te hace mirar con desconfianza a todo el mundo, porque quién sabe quién será portador del fatídico virus del que hablan todas las noticias, todas las conversaciones, en todas partes, en todas las clases sociales. Y queremos aislarnos, encerrarnos y dejar afuera el peligro.

Y ya ni sentimos lástima del pobre San José que se quedó sin fiesta en Elorza y siendo un santo obrero quedó en paro permanente, no sabiendo cuándo regresará a su labor, a su acción y su acoplamiento con el resto de los trabajadores para seguir luchando por condiciones dignas de trabajo y el regreso de sus derechos a la protección social.

Porque esa sensación de peligro permanente nos nubla la mente y no nos deja ver el verdadero monstruo, el Godzilla que se acerca amenazante cada vez más cerca.

Ese monstruo está aquí desde hace tiempo, nos lo presentaron, nadie lo ocultó, pero no supimos verlo llegar sumidos en nuestro sueño de normalidad. Es esa bestia que como el dinosaurio de Augusto Monterroso cuando finalmente despertemos todavía estará allí y en control de nuestras vidas.

Ese monstruo es el control militar de la sociedad, es decir de nosotros.

Y no podemos darle ese poder, porque ese engendro es totalmente indiferente a todo lo que no sea su propio poder y no cree en ideologías, religiones, ni en libertad, ni en justicia social, ni derechos humanos, ni de respeto por la Naturaleza.

El cantante Sting en su canción Russians expresaba su esperanza de que frente a la amenaza nuclear los rusos también amaran a sus hijos. Pero aquí sabemos por la experiencia de los niños hospitalizados sin medicinas y los de las barriadas sin comida y los de los colegios sin maestros, que los monstruos de aquí no aman a los niños, a ningún niño. No sé si ni siquiera a los suyos, ya que lo único que les heredarán será dinero y vergüenza.

Pero a ese monstruo no lo queremos ver. Nos echaron tierra en los ojos. O mejor dicho nos echaron el famoso virus en los ojos. Y no vemos más allá del tapabocas que ya nos subieron hasta taparnos también la vista.

¿Esta situación es irreversible?

Por supuesto que no. Ya otros países pasaron por situaciones que en su momento fueron hasta peores y lograron salir y avanzar.

Pienso en la canción que cantaba Gloria Gaynor “I will survive” (sobreviviré) Pero en nuestro caso la letra de la canción tiene que cambiar y ser “Sobrevivire(mos)” porque o salimos juntos de esta o no habrá salida para nadie. Al menos un final bueno para los que queremos seguir llamándonos venezolanos con verdadero orgullo, estemos aquí o allá.

Por eso tenemos que entender, como nos recuerda Moisés Naim en un artículo reciente, que “Todos somos vecinos”. Asimismo, en el mismo artículo advierte que: “En las próximas semanas y meses vamos a descubrir quiénes —tanto personas como países— están más dispuestos a actuar teniendo a los demás en mente y quiénes solo piensan en sí mismos”.

En la misma línea de ideas, mi amigo Anibal Rojas escribió en su cuenta de Twitter la idea más clara que he leído al respecto de lo que significa la solidaridad o el aislamiento en soledad:
“El Distanciamiento Social funciona no porque tú evites contagiarte con el COVID19 y emerjas un mes después triunfante de entre un montón de latas de atún, funciona porque evitaste ser un vehículo de contagio para otros, sino se llamaría Aislamiento Egoísta o algo por el estilo.” Y más adelante continua: “Hay un montón de personas que se van a encontrar en una posición desesperada cuando no les quede más remedio que aislarse, apóyenlas, sean las mejores personas que puedan ser. No se trata de encerrarse en un búnker, sino de hacer lo necesario como sociedad para capear al COVID19”.

Adicionalmente, querer protegerse egoístamente sin pensar en los demás, no sólo es un  comportamiento mezquino, sino que además es estúpido, porque ignora que no solo el riesgo de enfermarse está ahí, sino que también está el gobierno y sus tácticas de control social, es decir Godzilla.

Por ello, aun en el medio de la epidemia hay que tejer y apretar la malla social a través de la solidaridad y el apoyo a otras personas, de tal manera que lo que emerja del período de cuarentena no sea meramente una serie de individuos egoístas creyendo que volverán a su vida normal, sino que surja una sociedad fortalecida y en capacidad de defenderse y vencer al dragón.

Por ello, esta espera, nunca debería ser pasiva, sino activa. Nunca aislada, sino interconectada. Nunca indiferente, sino atenta.

No de inacción, sino de preparación, organización y apoyo a otros.

Es convertirse en parte de una sociedad que asume la participación como escudo y arma contra la esclavitud. Por eso cada uno se hace parte, toma parte y se hace parte.

Cuídense, conéctense, participen, amen. Nos vemos en la  reconstrucción.

jueves, 12 de marzo de 2020

La participación ciudadana en un mundo de gnomos o como lograr lo imposible



Artista: Michael Grabb

Una amiga me comentó cuán difícil es lograr avances en nuestro país y quizás el más difícil de todos, lograr promover procesos de participación en los que sus integrantes puedan trabajar de manera continua y sistemática por el logro de objetivos comunes, sin que eso tenga que pasar por una enorme cantidad de obstáculos y fracasos.

Pero no hay otra manera. Para poder resolver los enormes problemas que actualmente tenemos los venezolanos tenemos que unirnos para lograr construir una realidad distinta a esta catástrofe cotidiana que vivimos.

Por supuesto que eso también es cierto en el caso de la terrible crisis ambiental en la cual está sumergido el país.

Crisis que incluye desde comunidades que no tienen acceso al agua por semanas e incluso meses, hasta la destrucción criminal de los ecosistemas y comunidades por la codicia del oro.

A pesar de esa situación, es muy difícil lograr avanzar en articular esfuerzos para trabajar por empujar cambios, incluso los más urgentes.

Algunos han dicho que los venezolanos cargamos encima una serie de rasgos culturales que nos lastran. Quizás sea verdad.

Algunos de esos rasgos incluyen la convicción de que existen soluciones milagrosas y de acción inmediata, que se activan con poco esfuerzo, así como la idea de que la responsabilidad de solucionar los problemas de todos debe ser la obligación de otros.

A eso se mezcla, en muchas personas, formas de individualismo recalcitrante, el afán de ser protagonistas, así como ese comportamiento que en Venezuela llamamos bochinche.

A ese fondo que quizás algunos pueden llamar antropológico. Tenemos que sumar esa forma de manipulación antidemocrática que en los últimos años se ha venido imponiendo como sustituto de la verdadera participación y cada vez más la manipulación de la acción de grupos con fines muy poco éticos.

Durante la conversación con mi amiga, me acordé de un texto de uno de mis autores favoritos: Terry Pratchett, ese escritor inclasificable que mezcló la ciencia ficción con la fantasía y todo ello con la sátira social humorística.

En una de sus novelas más populares – Camioneros – cuenta la historia de un grupo de gnomos, es decir seres humanos diminutos, que viven en los espacios intermedios entre los pisos de un gran almacén y creen que la tienda es todo su universo.

Un día se dan cuenta que todo lo que conocían va a desaparecer, porque la tienda va a ser demolida. Por lo que tienen que afrontar la muy difícil tarea de huir y buscar un sitio seguro para todos fuera de su mundo en ese sitio desconocido y atemorizante que es el Exterior.

Por supuesto eso es muy difícil.

Son seres muy pequeños.  Además no todos están de acuerdo con esa idea. Algunos se oponen del todo. Todos saben que los peligros son inmensos. Y ninguno tiene al principio ninguna idea de cómo pueden salir de ahí.

En algún momento de la discusión uno de los gnomos habla de cómo enfrentar las tareas imposibles y esta es su idea:

"Una manera de afrontar una tarea imposible era dividirla en varias tareas sólo extremadamente difíciles y dividir cada una de estas en una serie de trabajos muy arduos y cada uno de ellos en asuntos delicados y estos en…” 

Esta no es una idea novedosa de este escritor ya que es otra versión de la pregunta de ¿cómo una sola persona puede comerse un elefante completo?.

A pesar de eso es una estrategia efectiva y es la manera como actúa la ciencia y la tecnología para enfrentar los desafíos más importantes.

En este momento, en el cual va avanzando la epidemia de coronavirus de Wuhan o Covid-19, científicos en todo el mundo están trabajando en el desarrollo de conocimiento sobre el virus y sus características genéticas, sobre la manera cómo afecta a las personas, su origen, la manera como saltó las barreras entre animales y personas, el comportamiento de la epidemia, distintos tipos de tratamientos para los afectados, desarrollo de vacunas, así como también los procesos sociales, psicológicos y políticos asociados a esta enfermedad y la manera que el mundo la está enfrentando.

Todos esos trabajos son pedacitos de tareas y asuntos delicados que todos juntos van generando conocimiento y estrategias para controlar la epidemia y evitar que se convierta en una catástrofe tal como lo fue la “gripe española” de principios del siglo 20 y otras situaciones catastróficas similares.

Por todo eso, aunque pensemos en lo muy difícil que es lograr que un grupo de personas se pongan de acuerdo para trabajar de manera coordinada para alcanzar el objetivo de lograr un país sostenible, responsable y respetuoso de la vida, estamos obligados a intentarlo.

Parafraseando una frase de la misma novela: Quizás lograr que algunos participen activamente, sea  imposible, sobre todo para nosotros que a veces nos sentimos gnomos muy pequeños. Pero nunca lo sabremos a menos que lo intentemos.

Y aún si no lo logramos, o no lleguemos a ver los resultados, tendremos la enorme satisfacción de que nosotros seres tan pequeños como gnomos fuimos capaces de desafiar a lo imposible.