jueves, 31 de diciembre de 2020

Los vínculos que me mantuvieron en pie durante el 2020

 


El año 2020 fue un año difícil para todos, en distintas medidas. Lo ocurrido este año nos golpeó muy duro, particularmente a los que vivimos en Venezuela. Desde las enormes tragedias que sufrieron y sufren muchos, hasta el encuentro con nuestros demonios internos durante las reclusiones obligatorias. 

Pero más bien quiero hablar de mis estrategias de supervivencia. La palabra clave que reúne todas ellas es “Vínculos”.

Sólo pude seguir adelante a través de una extraordinaria red de solidaridad, afectos y amores que me entrelazaron y tejieron muchas personas. 

Muchas veces esos vínculos fueron difusos. Son parte de las redes de compromiso y solidaridad que se han venido construyendo en el medio de la crisis y para actuar frente a las crisis. 

Otros son vínculos muy cercanos y personales que me sostuvieron como cinturones de seguridad que me cuidaron y protegieron de manera amorosa y firme. 

Eso unido al poderoso vínculo de la pasión por lo que hago, por mi país y por su gente.

En ese último tema seguí descubriendo los poderosos vínculos que los venezolanos tenemos con nuestra cultura tradicional, no importa que tierra pisemos y que aire respiremos. Son nuestras contraseñas de entrada a nuestro ser profundo donde están cimentados nuestros modos de ser e identidad.

Es claro que nuestra identidad venezolana más que en próceres y monumentos está montada sobre comidas tradicionales venezolanas. Son tan fuertes esos vínculos que los venezolanos se los han llevado a todas partes donde han ido. 

En algún momento quise hablar de esas ideas. Pero no como tema serio sino divertido. Retomé algunas ideas del pasado y me puse a dibujar unas arepas simpáticas. Sólo como juego. 

A algunas personas les gustaron. Una amiga me preguntó si no podía dibujar una hallaca. En algún momento incluí una mandoca. Otras me retaron con cachapas, tequeños y hasta panes de jamón. 

Al final resultó que fueron saliendo la mayoría y aquí se las presento.

La liga de la tradición formada por la poderosa superarepa que ya cubre todo el mundo. La hallaca, nuestro Hulk culinario navideño. La empanada capaz de ser rellenada con mil sabores,  sensaciones y sorpresas. La cachapa, redondo plato volador, que conecta lo dulce y lo salado. El rápido tequeño que se come a velocidad de Flash. Y la mandoca nuestro churro regionalista y sabrosón.  

Todas ellas (¿O todos ellos?) además son defensores de nuestros derechos a la cultura, alimentación, salud, ambiente, trabajo y economía de nuestra gente. Y más allá son los y las defensoras de los vínculos que nos unen a pesar de todos los que nos han intentado separar.

Es un regalo para todos ustedes. Espero les guste.

Feliz año.


domingo, 4 de octubre de 2020

San Francisco, los avestruces y los guacamayos: Una mirada a la biodiversidad, el arte y la historia

 

Jan Siberechts - San Francisco Predicando a los Animales

Hoy es día de San Francisco de Asís. Santo que es en la iglesia católica es considerado patrono de los animales y la ecología. 

Por ello me gustaría usarlo como excusa para hacer una mirada distinta a la manera como los humanos percibimos nuestro entorno y la forma como la cultura influencia esa percepción.

La diversidad biológica no escapa a esos juegos de la mente. El modo como un neoyorquino o un indígena yanomami entienden la Naturaleza que le rodea es absolutamente distinta. Asimismo, la percepción de la biodiversidad ha sido influenciada por los cambios culturales que se han producido a lo largo de la historia.

Esas diferentes miradas culturales definen creencias, valores éticos y comportamientos con respecto al ambiente.

Por eso quiero llamar la atención a una situación muy curiosa relacionada no con el santo en sí mismo, sino a una de las pinturas que representan un momento de su vida. 

La pintura que encabeza este artículo fue realizada por el pintor flamenco Jan Siberechs en 1666. Ella representa un tema religioso popular: El momento en que San Francisco de Asís predica a los animales. Recordemos que el santo reconocía a los animales y otros elementos naturales como hermanos.

A lo que quiero llamar la atención es a cuáles animales se dirige el santo en la pintura.

La mayor parte de las especies representadas en la pintura son las que podemos esperar de una granja europea: vacas, caballos, burros y ovejas. 

También aparecen una pareja de cigüeñas y una gruya. Incluso en el río que se ve en el fondo se observan peces que parecen salir del agua para oír las palabras del santo. Estas especies, aunque silvestres, forman parte normal del paisaje europeo.

Pero también encontramos algunas sorpresas. Hacia la izquierda podemos observar un avestruz. Cerca del santo un pavo. Sobre un árbol un pavo real y dos guacamayas rojas (muy posiblemente Ara chloropterus) y en el extremo izquierdo abajo un mono que posiblemente pudiera ser un gibón de barba blanca de Borneo. No me es posible identificar las otras especies de aves que aparecen representadas.

Los pavos reales son originarios de la India, los avestruces de África, los gibones del sudeste asiático, asimismo, los pavos y las guacamayas de América. Este último continente desconocido por los europeos hasta un poco más de ciento sesenta años antes de la realización de esta pintura.

¿De dónde sacó Siberechs las imágenes de estos animales, muchos de ellos interpretados fielmente en la pintura? 

Recordemos que en el siglo XV aún no existían zoológicos, las clasificaciones biológicas estaban aún en pañales. Linneo no publicaría su sistema de clasificación binomial hasta más de un siglo después. Menos aún existirían libros con ilustraciones precisas, ni mucho menos los sistemas actuales de reproducción de imágenes.

Es factible pensar que Siberechs era un hombre que se crio en un entorno principalmente urbano. Como mucho había visitado granjas donde criaran animales domésticos y que no había visto muchos animales silvestres.

La respuesta más probable es que los animales exóticos pertenecieran a colecciones de las familias poderosas que vivieran en la ciudad donde vivía el pintor.

En el libro “La jirafa de los Medici: y otros relatos sobre los animales exóticos y el poder” de Marina Belozarskaya, la autora describe como gobernantes y personas poderosas de todas las épocas han usado animales considerados exóticos como símbolos de su poder. Poseer un animal que muy pocas personas podían obtener parece legitimar su magnificencia y jerarquía. Tal comportamiento humano aún sigue ocurriendo, a veces poniendo en peligro a especies con problemas de conservación.

Por su parte, los pintores de diversas épocas, principalmente los que gozaban del favor de los poderosos, tenían acceso a observar esos animales y pintarlos de manera muy precisa. 

A manera de ejemplo. De la misma época del cuadro de Siberechs, en el cuadro “El Oído” de la serie de “Los cinco de sentidos” de Jan Brueghel el Viejo y Pedro Pablo Rubens, realizado entre 1617 – 1618 es posible observar especies americanas como guacamayas azul y amarillo y cacatúas blancas australianas, entre otras especies exóticas en Europa.


“El Oído” de Jan Brueghel el Viejo y Pedro Pablo Rubens

Es decir, que según Siberechs, el santo de Asís terminó no sólo predicando a los animales que hubiesen existido en los alrededores de su ciudad natal, sino a una representación de la diversidad global. Predicó a toda la naturaleza representada en su diversidad biológica.

Mil ochocientos años después, la gran idea de la hermandad entre la naturaleza y los seres humanos, ahora representada por el tejido de la vida, aún sigue siendo no sólo válida, sino quizás más importante.

Pero ante la enorme crisis ambiental global y la extinción masiva de especies es posible que haya que dar un paso más. 

Ya no es ni suficiente, ni quizás adecuado, que las especies animales oigan a los humanos, por muy santos que sean. Los humanos necesitamos oír a la Naturaleza y entender que somos dependientes de la trama de la vida. Vivimos por ella y con ella.

Permitamos que la Naturaleza nos predique el evangelio de la vida. Quién sabe sí este es el mensaje profundo de San Francisco y Laudato Si.


viernes, 5 de junio de 2020

Mi vida entre Peter Pan y el capitán Garfio (o 64 maneras de decirles a ustedes gracias)





Dedicado a todos los que me acompañan a volar, a los que me cuidan en el viaje, los que me ayudan a sanar cuando caigo y particularmente los que me apoyan en la aventura de cambiar.



“-Te imaginas cosas estupendas -explicó Peter-, y ellas te levantan por los aires.”
(Receta para volar de Peter Pan)

“La vida de una persona sí pasa delante de sus ojos antes de morir. El proceso se llama Vida” (Terry Pratchett) 


Peter Pan es un personaje creado por el escritor escocés J.M Barrie para una obra de teatro estrenada en 1904 y posteriormente convertida por el mismo autor en una novela y en una serie de relatos a partir de 1911.

La mayoría de las personas cuando recuerdan a este personaje lo que tiene en la mente es la película de Disney estrenada en 1953 que desde ese entonces se convirtió en la imagen que casi todo el mundo tiene de ese personaje y su historia.

Pero el Peter Pan de Disney y el de Barrie sólo comparten el nombre y el argumento básico de la historia.

Pareciera que desde mediados del siglo 20 se considera que las historias para niños tienen que ser tiernas e ingenuas; y no deben incluir elementos que perturben la mente de los niños. Tal como razonaron los redactores de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos de 2004, las historias para niños no debían contener imágenes o sonidos que pudieran requerir la orientación de madres, padres, representantes o responsables. 

Antes de ese momento se tenían otras ideas sobre los niños. Los cuentos tradicionales en sus versiones originales, incluyen escenas de violencia, muerte, sexo y otros elementos que horrorizarían a nuestros censores nacionales (algunas vez revisen las versiones más antiguas de cuentos clásicos como Blanca Nieves o Caperucita Roja)

En la historia original, Peter Pan es un preadolescente inmaduro, arrogante y egocéntrico que vive haciendo lo que quiere sin ninguna responsabilidad real; pero a la vez, paradójicamente, es absolutamente encantador, un líder indiscutido de un grupo de niños perdidos que dentro de ese papel de líder y protector de su grupo está dispuesto a matar  o morir durante las batallas que se le presentan.

Su principal enemigo, el Capitán Garfio, es un pirata feroz y sanguinario que no tiene problemas en cortarle la garganta a un miembro de su tripulación porque sin querer le desarregló su traje, pero simultáneamente es un refinado y muy bien educado caballero.

¿Y todo este cuento a qué viene? 

Pues que en este día tengo que confesar que parte de mi vida en los últimos años ha estado en permanente oscilación entre Peter Pan y el Capitán Garfio, es decir entre mi niño interno excesivamente imaginativo y los tormentos ocultos del pirata.

Si ustedes me lo permiten me gustaría contarles cómo ha funcionado esa vaivén entre esos personajes, usando además una pequeña ayuda de uno de mis escritores favoritos: Terry Pratchett.


1. Peter Pan

"-Soy la juventud, soy la alegría…."  (Peter Pan, en el libro del mismo nombre de J.M Barrie)

"No quiero ser mayor jamás -dijo con vehemencia-. Quiero ser siempre un niño y divertirme" (Peter Pan, en el libro del mismo nombre de J.M Barrie)


Los que me conocen cercanamente saben que bajo mi cara de gruñón (de Capitán Garfio de biblioteca) siempre está como Peter Pan, dispuesto a volar a Nunca Jamás. Es decir a usar la imaginación (y participar en un juego)

Quizás por eso soy biólogo, ambientalista y defensor de derechos humanos ambientales.

¿Y esas ocupaciones qué tienen que ver con la imaginación?

No comparto del  todo la idea del profesor israelí Yuval Noah Harari en su celebrado libro “Sapiens” cuando dice que “No hay dioses en el universo, no hay naciones, no hay dinero, ni derechos humanos, ni leyes, ni justicia fuera de la imaginación común de los seres humanos”. Pero de lo que sí estoy seguro es que sin la imaginación los humanos no hubiéramos podido construir lo que actualmente llamamos civilizaciones con todos sus avances y contradicciones. 

Eso lo explicó mucho mejor Terry Pratchett cuando dijo: “La imaginación, no la inteligencia, es lo que nos hace humanos”.

De manera más profunda y poética esa idea la incluye en su libro “Papa Puerco” cuando uno de sus personajes favoritos “La Muerte” dice: 

“LOS HUMANOS NECESITAN LA FANTASÍA PARA SER HUMANOS. PARA SER EL PUNTO DONDE EL ÁNGEL QUE CAE SE ENCUENTRA CON EL SIMIO QUE SE ALZA...” 

(Disculpen las mayúsculas pero La Muerte en los libros de Pratchett siempre habla así)

Es decir sin imaginación no se pudiera avanzar en el mar de incertidumbres en que vivimos buscando una isla perdida que nadie sabe dónde está y que es posible que nunca pueda ser conseguida. 

Esa isla puede llamarse como cada quien quiera. En mi caso la isla es la representación de países sostenibles, respetuosos de toda forma de vida y garantes de los derechos humanos. 

Ese tipo de fantasías los estudiosos las llaman utopías. Pues si, soy un buscador de utopías.

Por supuesto la vida es mucho más que imaginación y búsquedas de universos utópicos. Existen los temas de adultos y algunos son importantes. Ellos están relacionados con la responsabilidad, la solidaridad, el trabajo y la autonomía individual. Por eso a veces hay que olvidarse de Peter y como hizo Wendy convertirse en gente grande.

Pero hacerse grande y madurar no es excusa sino más bien, parafraseando a Terry Pratchett, saber que no importa lo que pase siempre tendría que ser posible un pequeño acto que hiciera el mundo, de una forma pequeña, un lugar mejor. No hay fantasía más importante en la vida de cualquier adulto por serio que sea.


-¡Qué días aquellos cuando podías volar! -¿Por qué ya no puedes volar, mamá?
-Porque he crecido, mi amor. Cuando la gente crece se olvida de cómo se hace...
(Wendy en Peter Pan de J.M Barrie )



2. Capitán Garfio

Algún día -dijo Smee-, el reloj se parará y entonces lo atrapará.
Garfio se humedeció los labios resecos.
-Sí -dijo-, ése es el temor que me atormenta.
(Capitán James Hook, en Peter Pan de J.M Barrie )


Es difícil decir algo positivo del capitán James Garfio. Este personaje es un hombre tan profundamente desalmado, despótico y cruel que casi lo podemos imaginar dirigiendo un cuerpo policial en Venezuela reprimiendo con crueldad inhumana a un grupo de personas indefensas que estuviesen protestando por cualquier cosa y seguro que se habría robado el dinero necesario para comprar los insumos médicos y la comida de niños hospitalizados.

Aún su exquisita educación, producto de su linaje y reafirmada en los colegios más elitescos de Inglaterra, no puede esconder su talante traicionero y cobarde y más bien lo que hace es producir rechazo.

Nada que ver con el Garfio de la película de Disney, un ser tan incompetente e engreído que en vez de miedo produce risa.

El Garfio original vive impulsado por sólo dos sentimientos: El odio y el miedo. Tal como si fuera un fanático extremista de alguna religión o ideología.

Él odia al mundo, pero lo que más odia es a Peter Pan y particularmente la arrogancia de ese niño que en vez de tener miedo del feroz pirata lo desafía constantemente y ya lo ha vencido en más de una batalla. 

En una de ellas, Peter Pan le corta con su espada una mano al pirata y luego se la lanza a un cocodrilo (lindo chico ¿no?) 

De esta historia nace el mayor de los miedos de Garfio: El cocodrilo queda tan complacido con la parte que se comió que persigue constantemente al pirata para comerse el resto. Y para hacer la situación más espeluznante, el animal se traga también un reloj, por lo que la presencia del reptil se percibe por el constante tic-tac del reloj.

Esa es la metáfora que parece que mucha gente no ha percibido: Un cocodrilo con un reloj haciendo tic-tac es una metáfora horripilante de la inevitabilidad de la muerte y el tiempo que se va haciendo cada vez más corto.

Por ello, este personaje vive permanentemente atemorizado por la certeza de en cualquier momento el cocodrilo, es decir la muerte, le alcanzará.

Aquellos que hemos recorrido la mayor parte de nuestros tramos vitales y además tenemos alguna enfermedad crónica, podemos sentir cierta empatía por el pirata y sus terrores internos.

Y como no odiar al jovencito arrogante que dentro de nosotros quiere obligarnos a seguir volando sin sentir ningún temor, ni querer saber que existe un final. 

Por otra parte, como ya dijimos el pirata odia a Peter, pero a la vez lo necesita, ya que es el único desafío que le permite sentirse vivo y no caer en la desesperación y la depresión de saber que, haga lo que haga, el cocodrilo alguna vez lo alcanzará.

Ambos personajes viven dentro de mí: El niño que me empuja constantemente hacia sueños cada vez más altos y el pirata atemorizado por el inexorable final de su historia.

A su vez, ambos tienen grandes y graves necesidades insatisfechas. 

Peter necesita el amor de una madre que nunca tuvo y eso es lo que busca en Wendy. A su vez Garfio en el fondo añora ganarse el respeto de los demás por sus virtudes de hombre astuto, pero sobre todo valiente.

Es allí donde están sus contradicciones. 

Peter Pan no sabe cómo encontrar el amor que necesita y que solamente pudiera encontrar sí estuviese primero dispuesto a amar.

Garfio no entiende que el verdadero respeto y valor nace, a su vez, del respeto que se le da a los demás y por otra de la aceptación del cambio como parte del proceso para poder avanzar en la vida.


“Lo que no muere no puede vivir. Lo que no vive no puede cambiar. Lo que no cambia no puede aprender…” (Terry Pratchett, Lores y Damas)

He sido muy afortunado en todos los años que he vivido. 

No sólo he tenido la oportunidad de conocer este muy hermoso país y la gente inmejorable que lo vive, sino que me he encontrado en la ruta con una gran cantidad de Peter Pan que me han acompañado en los vuelos, aún en los más arriesgados, y me han retado a subir cada vez más alto. 

También me ha ocurrido que cada vez conozco más personas que por razones extrañas me han cuidado y me siguen cuidando sobre todo ahora, que soy cada vez más torpe al volar y siempre tienen a mano un poco de linimento mágico para echarme en las magulladuras y las palabras amables que suavizan la pesadumbre. Este no será el amor del que hablan los poetas románticos, pero quizás es uno más sublime y elevado. Y el agradecimiento que siento, ya es una razón profunda para dejar atrás cualquier temor.

Para más suerte, he conocido personas que no solo vuelan como golondrinas, sino que tienen sonrisas capaces de sanar incluso la peor de las contusiones.

Por supuesto que también hay piratas, pero sin ellos la vida no sería tan divertida y mucho menos tan valiosa 

(Por cierto que es un buen momento de enviarle un mensaje a los piratas: Los vamos a vencer. No sé cuando, ni dónde, pero lo vamos a hacer todos juntos: los Niños Perdidos, las Hadas, los  Picaninny, las Sirenas y el resto de los habitantes de Nunca Jamás)

Llegado a este punto de la historia les cuento que en este momento de mi vida he decidido iniciar una nueva aventura: Aprender a cambiar y cambiar en la aceptación de lo inevitable. 

No es una tarea fácil y puede que la más complicada que he iniciado. 

Este cambiar no es para ahora ser zapatero o físico nuclear. Seguiré siendo lo que soy hasta el fin. Sino cambiar para caminar lo queda de ruta con menos equipaje y más conciencia, menos angustia y más disfrute. Menos pensar y más hacer, o pensar para hacer.

Pero también para lograr que mis pasos ayuden a otros a caminar sus propias rutas y volar por sus propios cielos. 

Y en particular devolver tanto amor recibido y darle un mi apoyo total a la gente que amo y a las cosas que creo.

Este mapa de ruta lo construí a partir de una frase de Viktor Frankl un psiquiatra austriaco y sobreviviente de un campo de concentración Nazi. La misma dice: 

"Cuando ya no estamos en la capacidad de cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos".

Sí, he decidido aprender a cambiar ¿Me acompañan?


   “Señor, sabemos que no hay otro orden, solo aquel que creamos, no hay más esperanza que nosotros, no hay más piedad que nosotros, no hay justicia, solo nosotros. Todas las cosas que son, son nuestras, pero tienen que importarnos, porque, si no nos importa nada, no existimos. Y si nosotros no existimos no queda nada más que el olvido, el fin ciego…” (Terry Pratchett, El Segador) 

viernes, 20 de marzo de 2020

Participación y solidaridad activa en tiempos de coronavirus




He estado escribiendo en mi cuenta de Facebook una especie de bitácora personal de los temas que me han parecido importantes ( al menos para mí) en estos días de cuarentena obligatoria por la epidemia de coronavirus. Quiero compartir la más reciente porque me gustaría conocer sus opiniones al respecto.

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Desmemorias del día 4 de clausura: jueves 19 de marzo de 2020.

Cuarto día de clausura de la región capital en Venezuela y tercero de cuarentena obligatoria nacional.

Un día marcado por la incertidumbre que se hace cada vez más sólida la creciente sensación de desamparo de mucha gente,en la cual crece  el rumor como sucedáneo de información.

Día con pocas noticias importantes más allá de esa lejana sensación de que debemos prepararnos para quién sabe qué.

Por eso, hoy no me place relatar anécdotas de encierro, sino de  los pájaros que cruzan por mi cabeza como si emigraran norte a sur, del frío al calor.

Les cuento:

Este es un momento en que sabemos que debemos luchar contra un enemigo poderoso e invisible que se infiltra en nuestras vidas, trastoca todos nuestros planes y nos empuja a ser una especie de animales invernando para esperar esa primavera que nadie sabe cuándo, ni de qué manera llegará.

Situación que hizo tangible la idea de la sociedad del riesgo del que hablaba Ulrich Beck en su famoso libro.

En el medio de eso crece cada día la percepción de peligro difuso, pero permanente, que te hace mirar con desconfianza a todo el mundo, porque quién sabe quién será portador del fatídico virus del que hablan todas las noticias, todas las conversaciones, en todas partes, en todas las clases sociales. Y queremos aislarnos, encerrarnos y dejar afuera el peligro.

Y ya ni sentimos lástima del pobre San José que se quedó sin fiesta en Elorza y siendo un santo obrero quedó en paro permanente, no sabiendo cuándo regresará a su labor, a su acción y su acoplamiento con el resto de los trabajadores para seguir luchando por condiciones dignas de trabajo y el regreso de sus derechos a la protección social.

Porque esa sensación de peligro permanente nos nubla la mente y no nos deja ver el verdadero monstruo, el Godzilla que se acerca amenazante cada vez más cerca.

Ese monstruo está aquí desde hace tiempo, nos lo presentaron, nadie lo ocultó, pero no supimos verlo llegar sumidos en nuestro sueño de normalidad. Es esa bestia que como el dinosaurio de Augusto Monterroso cuando finalmente despertemos todavía estará allí y en control de nuestras vidas.

Ese monstruo es el control militar de la sociedad, es decir de nosotros.

Y no podemos darle ese poder, porque ese engendro es totalmente indiferente a todo lo que no sea su propio poder y no cree en ideologías, religiones, ni en libertad, ni en justicia social, ni derechos humanos, ni de respeto por la Naturaleza.

El cantante Sting en su canción Russians expresaba su esperanza de que frente a la amenaza nuclear los rusos también amaran a sus hijos. Pero aquí sabemos por la experiencia de los niños hospitalizados sin medicinas y los de las barriadas sin comida y los de los colegios sin maestros, que los monstruos de aquí no aman a los niños, a ningún niño. No sé si ni siquiera a los suyos, ya que lo único que les heredarán será dinero y vergüenza.

Pero a ese monstruo no lo queremos ver. Nos echaron tierra en los ojos. O mejor dicho nos echaron el famoso virus en los ojos. Y no vemos más allá del tapabocas que ya nos subieron hasta taparnos también la vista.

¿Esta situación es irreversible?

Por supuesto que no. Ya otros países pasaron por situaciones que en su momento fueron hasta peores y lograron salir y avanzar.

Pienso en la canción que cantaba Gloria Gaynor “I will survive” (sobreviviré) Pero en nuestro caso la letra de la canción tiene que cambiar y ser “Sobrevivire(mos)” porque o salimos juntos de esta o no habrá salida para nadie. Al menos un final bueno para los que queremos seguir llamándonos venezolanos con verdadero orgullo, estemos aquí o allá.

Por eso tenemos que entender, como nos recuerda Moisés Naim en un artículo reciente, que “Todos somos vecinos”. Asimismo, en el mismo artículo advierte que: “En las próximas semanas y meses vamos a descubrir quiénes —tanto personas como países— están más dispuestos a actuar teniendo a los demás en mente y quiénes solo piensan en sí mismos”.

En la misma línea de ideas, mi amigo Anibal Rojas escribió en su cuenta de Twitter la idea más clara que he leído al respecto de lo que significa la solidaridad o el aislamiento en soledad:
“El Distanciamiento Social funciona no porque tú evites contagiarte con el COVID19 y emerjas un mes después triunfante de entre un montón de latas de atún, funciona porque evitaste ser un vehículo de contagio para otros, sino se llamaría Aislamiento Egoísta o algo por el estilo.” Y más adelante continua: “Hay un montón de personas que se van a encontrar en una posición desesperada cuando no les quede más remedio que aislarse, apóyenlas, sean las mejores personas que puedan ser. No se trata de encerrarse en un búnker, sino de hacer lo necesario como sociedad para capear al COVID19”.

Adicionalmente, querer protegerse egoístamente sin pensar en los demás, no sólo es un  comportamiento mezquino, sino que además es estúpido, porque ignora que no solo el riesgo de enfermarse está ahí, sino que también está el gobierno y sus tácticas de control social, es decir Godzilla.

Por ello, aun en el medio de la epidemia hay que tejer y apretar la malla social a través de la solidaridad y el apoyo a otras personas, de tal manera que lo que emerja del período de cuarentena no sea meramente una serie de individuos egoístas creyendo que volverán a su vida normal, sino que surja una sociedad fortalecida y en capacidad de defenderse y vencer al dragón.

Por ello, esta espera, nunca debería ser pasiva, sino activa. Nunca aislada, sino interconectada. Nunca indiferente, sino atenta.

No de inacción, sino de preparación, organización y apoyo a otros.

Es convertirse en parte de una sociedad que asume la participación como escudo y arma contra la esclavitud. Por eso cada uno se hace parte, toma parte y se hace parte.

Cuídense, conéctense, participen, amen. Nos vemos en la  reconstrucción.

jueves, 12 de marzo de 2020

La participación ciudadana en un mundo de gnomos o como lograr lo imposible



Artista: Michael Grabb

Una amiga me comentó cuán difícil es lograr avances en nuestro país y quizás el más difícil de todos, lograr promover procesos de participación en los que sus integrantes puedan trabajar de manera continua y sistemática por el logro de objetivos comunes, sin que eso tenga que pasar por una enorme cantidad de obstáculos y fracasos.

Pero no hay otra manera. Para poder resolver los enormes problemas que actualmente tenemos los venezolanos tenemos que unirnos para lograr construir una realidad distinta a esta catástrofe cotidiana que vivimos.

Por supuesto que eso también es cierto en el caso de la terrible crisis ambiental en la cual está sumergido el país.

Crisis que incluye desde comunidades que no tienen acceso al agua por semanas e incluso meses, hasta la destrucción criminal de los ecosistemas y comunidades por la codicia del oro.

A pesar de esa situación, es muy difícil lograr avanzar en articular esfuerzos para trabajar por empujar cambios, incluso los más urgentes.

Algunos han dicho que los venezolanos cargamos encima una serie de rasgos culturales que nos lastran. Quizás sea verdad.

Algunos de esos rasgos incluyen la convicción de que existen soluciones milagrosas y de acción inmediata, que se activan con poco esfuerzo, así como la idea de que la responsabilidad de solucionar los problemas de todos debe ser la obligación de otros.

A eso se mezcla, en muchas personas, formas de individualismo recalcitrante, el afán de ser protagonistas, así como ese comportamiento que en Venezuela llamamos bochinche.

A ese fondo que quizás algunos pueden llamar antropológico. Tenemos que sumar esa forma de manipulación antidemocrática que en los últimos años se ha venido imponiendo como sustituto de la verdadera participación y cada vez más la manipulación de la acción de grupos con fines muy poco éticos.

Durante la conversación con mi amiga, me acordé de un texto de uno de mis autores favoritos: Terry Pratchett, ese escritor inclasificable que mezcló la ciencia ficción con la fantasía y todo ello con la sátira social humorística.

En una de sus novelas más populares – Camioneros – cuenta la historia de un grupo de gnomos, es decir seres humanos diminutos, que viven en los espacios intermedios entre los pisos de un gran almacén y creen que la tienda es todo su universo.

Un día se dan cuenta que todo lo que conocían va a desaparecer, porque la tienda va a ser demolida. Por lo que tienen que afrontar la muy difícil tarea de huir y buscar un sitio seguro para todos fuera de su mundo en ese sitio desconocido y atemorizante que es el Exterior.

Por supuesto eso es muy difícil.

Son seres muy pequeños.  Además no todos están de acuerdo con esa idea. Algunos se oponen del todo. Todos saben que los peligros son inmensos. Y ninguno tiene al principio ninguna idea de cómo pueden salir de ahí.

En algún momento de la discusión uno de los gnomos habla de cómo enfrentar las tareas imposibles y esta es su idea:

"Una manera de afrontar una tarea imposible era dividirla en varias tareas sólo extremadamente difíciles y dividir cada una de estas en una serie de trabajos muy arduos y cada uno de ellos en asuntos delicados y estos en…” 

Esta no es una idea novedosa de este escritor ya que es otra versión de la pregunta de ¿cómo una sola persona puede comerse un elefante completo?.

A pesar de eso es una estrategia efectiva y es la manera como actúa la ciencia y la tecnología para enfrentar los desafíos más importantes.

En este momento, en el cual va avanzando la epidemia de coronavirus de Wuhan o Covid-19, científicos en todo el mundo están trabajando en el desarrollo de conocimiento sobre el virus y sus características genéticas, sobre la manera cómo afecta a las personas, su origen, la manera como saltó las barreras entre animales y personas, el comportamiento de la epidemia, distintos tipos de tratamientos para los afectados, desarrollo de vacunas, así como también los procesos sociales, psicológicos y políticos asociados a esta enfermedad y la manera que el mundo la está enfrentando.

Todos esos trabajos son pedacitos de tareas y asuntos delicados que todos juntos van generando conocimiento y estrategias para controlar la epidemia y evitar que se convierta en una catástrofe tal como lo fue la “gripe española” de principios del siglo 20 y otras situaciones catastróficas similares.

Por todo eso, aunque pensemos en lo muy difícil que es lograr que un grupo de personas se pongan de acuerdo para trabajar de manera coordinada para alcanzar el objetivo de lograr un país sostenible, responsable y respetuoso de la vida, estamos obligados a intentarlo.

Parafraseando una frase de la misma novela: Quizás lograr que algunos participen activamente, sea  imposible, sobre todo para nosotros que a veces nos sentimos gnomos muy pequeños. Pero nunca lo sabremos a menos que lo intentemos.

Y aún si no lo logramos, o no lleguemos a ver los resultados, tendremos la enorme satisfacción de que nosotros seres tan pequeños como gnomos fuimos capaces de desafiar a lo imposible.