lunes, 29 de octubre de 2018

Brasil: Nubes negras de tormenta






Es posible creer que se tiene una idea al menos somera de las razones políticas y sociológicas que llevaron al pueblo brasileño a elegir a un candidato representante de la ultraderecha como presidente de su país.

Pero, alegrarse por ello, aquí en Venezuela, es no entender las graves implicaciones y amenazas que tendrá esta elección sobre la institucionalidad democrática, los derechos humanos e incluso el equilibrio ambiental, no sólo en Brasil, sino en toda Latinoamérica. Las claras y directas declaraciones dadas por el ahora electo presidente de Brasil al respecto de estos temas no deja lugar a dudas sobre su talante.

Es preocupante que este entusiasmo nazca del odio creciente en Venezuela por toda propuesta y persona que suene a izquierda, ello como producto de la crisis humanitaria venezolana generada por el gobierno nacional. Odio que nos puede cegar e impedir ver la realidad con prudencia, responsabilidad e incluso con temor.

Tal situación es triste porque, por una parte, el odio es el triunfo del chavismo, y por otra, es un engaño seguir creyendo en que los problemas del mundo se limitan a una guerra maniquea entre la "izquierda" y la "derecha", en la cual uno son los "buenos" y otros "los malos".

Ya la política global no puede ser entendida según preferencias por gobiernos de derecha o izquierda, sino desde el punto de vista de gobiernos defensores de la democracia y los derechos humanos contra gobiernos autoritarios y represivos (sin importar sus máscaras ideológicas)

Siento mucha tristeza y preocupación por el futuro de nuestra región permanentemente sometida a este pendular entre gobiernos extremistas, lo que nos aleja cada día más de la democracia real y nos empujan a una africanización de nuestros países. Lo digo porque muchos pueblos del África han sufrido y sufren de pobreza, hambre y muerte no sólo a causa de la ineficacia de sus gobiernos, sino principalmente por las guerras y crisis derivadas del extremismo político y religioso.

A todos mis amigos brasileños mi solidaridad y apoyo en defensa de su democracia hoy amenazada. Espero que los políticos de su país reflexionen y logren entender la importancia de dejar de defender sus parcelas de poder y comenzar a defender los derechos de todos sus ciudadanos.

Asimismo, en este momento, los ambientalistas debemos prepararnos para actuar de manera eficaz y coordinada con todos las organizaciones regionales para actuar frente a un nuevo y poderoso "desarrollismo" que destruirá, aún más, la selva amazónica y todos sus ecosistemas asociados.

Espero estar profundamente equivocado.

jueves, 25 de octubre de 2018

La ética de las sanguijuelas



A veces cuando pensamos en personas que se aprovechan y dañan a otras personas los comparamos con sanguijuelas y otros animales parásitos y dañosos.

Esa idea me nació a partir de que un amigo, ante un nuevo ataque delincuencial contra la universidad donde trabaja se preguntó con angustia ¿A quién le puede convenir esta destrucción?

Su pregunta no es para nada trivial. Las instituciones educativas universitarias en Venezuela han estado en los últimos años sometidas a un despiadado saqueo, vandalismo y expoliación. Situación sólo comparable al estrangulamiento financiero a la que el gobierno ha sometido a las instituciones y al personal docente, administrativo y obrero que trabaja en las mismas.

Esa situación ha tenido consecuencias dramáticas. Las universidades venezolanas están perdiendo cada vez más su capacidad de ser instituciones generadoras de conocimiento, cultura y de formación de profesionales de alto nivel.

La indiferencia e indolencia (cuando no cinismo) del gobierno ante esta situación parece apuntar a un proceso deliberado y sistemático para destruir a esas instituciones.

No resulta fácil imaginarse a personas que puedan tener como objetivo destruir las posibilidades de nuestro país de resolver nuestros problemas mediante el uso de las herramientas del conocimiento. Es ​aún ​más abrumador pensar en ellos como conciudadanos, que algunos de ellos fueron egresados de nuestras universidades.

Quizás, llegado a este punto, sea válido preguntarse qué conexión puedan tener estas personas con los que han realizado negocios escandalosamente lucrativos con la comida y las medicinas del pueblo; los que convirtieron al sistema de salud en una ruina inoperante; los que quebraron y sepultaron a la economía nacional; los que arrasaron con los referentes culturales del país; los que convirtieron la educación básica y media en un pozo de mediocridad y los que saquean los recursos naturales del país.

También podemos pasearnos por los que miran con indiferencia la muerte de los niños desnutridos y enfermos, los que no se perturban (o quizás se felicitan) por haber generado la mayor migración forzada en toda América, así como los que por negligencia, incompetencia y complicidad convirtieron a nuestro país en el más peligroso del continente más peligroso.

No olvidemos incluir en la lista a los que torturan y matan. Los que chantajean y amenazan. Los que silencian y amordazan. Los cómplices y socios de los que ahora viven como jeques petroleros en países muy capitalistas ellos. Es decir los que te robaron el futuro a ti y a tus hijos

Estamos tentados a pensar en ellos como en sanguijuelas chupando toda la sangre del país, quizás hasta desangrarnos completamente.

Pero estaríamos equivocados. Los animales viven de la única manera que su estructura y función les impone. Son seres sin ética, ni razón. La conciencia del bien y el mal es una característica humana.

También es necesario darnos cuenta que el antónimo de humano no es animal. Es monstruo.

Los monstruos no tienen razones. Son sacos de odio, codicia y crueldad. No les preguntes por intenciones e ideales porque no habrá más respuesta que la de la fetidez de su aliento de fuego y muerte.

Un personaje de los libros de Terry Pratchett recomienda que frente a los monstruos “No te asustes, enójate”.

En este caso es enojarse como impulso para actuar con propósito y unidad.

Todo monstruo es como un deslave y avanzará en su ruta de destrucción hasta lo máximo que la resistencia del terreno se lo permita.

Será necesario resistir con rebeldía

jueves, 11 de octubre de 2018

Siete Burros en el arte contra la opresión


Pablo Picasso "Paulo sobre un asno" (1923)


En Venezuela el régimen quiere borrar incluso el tradicional humor venezolano. Por ello, entre muchas otras situaciones, detiene de manera ilegal e ilegítima a dos hombres útiles y necesarios para la sociedad y los amenaza con encarcelarlos por muchísimos años. Todo ello sólo por hacer un chiste que incluye un burro. Chiste del cual nos reímos todos y que si sus captores fuesen inteligentes, honestos y tolerantes también rieran y aceptaran que hacer humor y burlarse de los gobiernos también es un derecho.

Por ello, voy a hablar de burros en el arte como pretexto para hablar y también para protestar por la opresión en Venezuela.

Aunque a muchos pueda parecerles raro, los burros tienen una amplia presencia en el arte, ya que fueron incorporados a las obras de los artistas para representar lo popular y lo humilde. Esto porque en gran parte del mundo ellos fueron el transporte y animal de trabajo de las capas pobres de muchas sociedades, ya que sólo las clases ricas se podían permitir poseer y mantener caballos.

Por ello, los burros que presento aquí son metáforas del pueblo venezolano que al igual que los burros muchas veces son despreciados, explotados y tratados a palos.

En función de lo anterior, mis comentarios no tienen nada que ver con críticas ni opiniones sobre los temas religiosos, históricos e ideologías particulares que aparecen o subyacen a las obras de arte que presento. Mucho menos son intentos de comparar estos equinos con ninguna figura política. Jamás sería tan cruel con los animales.


1. Entrada de Jesús en Jerusalén. Giotto  (1305)




Giotto fue un pintor florentino del siglo XII considerado como uno de los iniciadores del arte renacentista en Italia. La obra forma parte de la decoración de la capilla Scrovegni, en Padua, y muestra la entrada triunfal de Jesús el Mesías a Jerusalén montado a lomos de un burro.

Muchos pueblos reciben con esperanza y alegría la llegada de personajes mesiánicos que prometen llevarlos al cielo.

Pronto encuentran que esa llegada es sólo el preámbulo al vía crucis que sufrirá el mismo pueblo: detenido, humillado, torturado, condenado, crucificado y sepultado.

Los que traicionan y niegan al pueblo pronto se encontrarán con la resurrección de un pueblo que volverá para imponer su  soberanía e implantar su justicia.


2. Grabado para edición francesa del Don Quijote. Gustavo Doré (1863) 




Gustavo Doré fue un ilustrador y grabador francés de finales del siglo XIX el cual realizó ilustraciones para muchas ediciones francesas e inglesas de libros importantes. Sus imágenes sobrecogedoras, dramáticas, a veces describen paisajes medievales sombríos y llenos de ruinas y caos.

Sancho Panza es la representación del pueblo llano, pacífico, pragmático, y alejado de idealismos, con muy poca educación, pero lleno de sabiduría popular.

En la ilustración Sancho Panza llora arrepentido por haber descuidado a su burro. Hoy los venezolanos, lloramos por nuestro país destruido, quizás por haber descuidado al país y a la democracia.

Al final de la historia del Quijote, Sancho se acerca al lecho de muerte del hidalgo y le impreca diciéndole: “…la mayor locura en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos que le acaben que las de la melancolía”. 

No dejaremos morir a nuestro país y con el volveremos a recorrer los caminos en "el rucio" y en Rocinante.



3. El burro verde (L’Ane vert) Marc Chagall (1911)




A comienzos del siglo XX los artistas más vanguardistas rechazaron los preceptos de las escuelas de arte académico y buscaron nuevas perspectivas para crear sus obras. Algunos trataron de expresarse a la manera de la pintura popular e incluso del dibujo infantil.

En Venezuela el gobierno convirtió la idea de pueblo en una escenografía barata y denigrante, como primer paso para traicionarlo y destruirlo.

Volveremos a mirar al pueblo con amor y respeto.



4.  Asta el abuelo. Francisco de Goya (1799)



Un grabado de Francisco de Goya de la serie “Caprichos”, publicada en 1799, mediante los cuales el pintor realizó una muy cáustica sátira de la sociedad española, en especial de los poderosos de su tiempo. La obra la tituló “Asta el abuelo” (sin H en el original) A través de la misma satiriza a los arribistas que luego de alcanzar el poder se buscan títulos de nobleza y méritos que nunca tuvieron.

En Venezuela un grupo que se autoproclamó “defensores del pueblo”, pero actúan como los cerdos de la obra “Rebelión en la Granja” de George Orwell , que luego de proclamar la igualdad de todos los animales, terminaron imponiendo su tiranía brutal detrás del lema: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.”

Todo verdadero demócrata lucha por limitar el poder de todos los grupos e intereses, al ser conscientes de que, como dijo Lord Acton: “Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.  

Los venezolanos estamos trabajando para que el poder vuelva al ciudadano.



5. Hombre cargando burro con leña. Diego Rivera (1938)




Los muralistas mexicanos buscaron reafirmar sus valores ideológicos a través de mostrar las desigualdades y la opresión del pueblo con el fin de generar consciencia sobre esas situaciones.

Cuando queremos cambiar las situaciones de opresión y desigualdad debemos estar conscientes de a quienes dejamos por fuera, quienes son los nuevos oprimidos por el cambio. La imagen nos muestra un animal con un enorme peso encima, un mero vehículo de carga. No tiene derechos, ni consideraciones como ser vivo.

En Venezuela la carga de las políticas económicas cayó sobre un pueblo que no parece tener ni derechos ni merecer respeto. Es un mero vehículo para lograr la conservación del poder político por parte de unos pocos.

No tengan la menor duda de que quienes hoy son humillados y envilecidos se rebelarán

Es un error fatal creer que los burros (y los pueblos) son estúpidos.



6. Huida a Egipto. Bartolomé Murillo (1647-1650)



Murillo fue, uno de los más importantes pintores del Barroco español. Este artista en sus primeros años trabajó el estilo del naturalismo, que en este caso alcanza niveles espléndidos. La Sagrada Familia es descrita como una familia campesina, vestida a la manera del Siglo XVII. El niño es completamente realista, aunque de él emana un resplandor que ilumina el centro de la escena. El burro, completa la escena con su paso que avanza lentamente hacia el exilio de los personajes.

Cada día miles de venezolanos, como la familia de la pintura, tienen que huir debidos a los funestas políticas de los Herodes actuales. Los más afortunados van sobre vehículos, ya muchos por su propio pie, todos buscando una seguridad y protección que no consiguen en su país y que los poderosos les han robado.

En un futuro cercano, los venezolanos retornarán a su tierra para reclamar lo que es suyo. Algunos volverán en humildes burros, otros sobre los poderosos vehículos de la educación, la prosperidad y en particular de la dignidad.


7. Donkey Documents. Banksy (2007)




El artista británico de “Street Art” conocido como Banksy, realizó esta obra sobre el muro que separa Cisjordania en Palestina con Israel como protesta contra la represión militar en esa zona.

El control militar de las actividades civiles es uno de los elementos que definen los regímenes opresivos. Este puede disfrazarse de muchas maneras: “Lucha Antiterrorista”, “Defensa de la Patria”, “Control de Actividades Subversivas” e incluso, créalo o no “Resguardo de los Supermercados y Mercados Populares para Evitar la Especulación y la Guerra Económica”, pero todas ellas lo único que persiguen es la imposición de lo militar a lo civil y al final la desaparición de la idea de ciudadanía y su sustitución por la sumisión.

Ser ciudadano es una condición que no se pierde por la imposición del abuso y la dominación. Ser ciudadano va más allá de ser habitante de un país. Es un compromiso de conciencia de ser parte, tener parte y tomar parte de una comunidad y una nación.

Ninguna imposición nos quita lo que somos, ni nuestra identidad.

Ni a ti, ni a mí, ni a los burros.




P.S: Una versión resumida de estos textos la coloqué recientemente en mi cuenta de Facebook.