lunes, 5 de junio de 2023

Viaje a través del mar del miedo

 


Este es mi regalo para todos y todas ustedes en mi cumpleaños:

 

|“Sé quién fui, y puedo decirte quién podría haber sido yo, pero ahora sólo estoy en esta línea de palabras que escribo”. Úrsula K. Le Guin (Lavinia)

 

—Alex ¿quieres chocolate?

—No mamá, gracias.

—Aquí tienes el chocolate.

—Eh… gracias mamá.

 Este texto no es un chiste. Es una historia real de uno de mis encuentros con mi madre.

Es que como dice el cuento de Aquiles Nazoa: “Mi madre vive en un pueblito de recuerdos: Yo algunos domingos me subo en el elefante del Libro Mantilla para ir a visitarla”.

Algunas personas, a veces demasiadas, rechazan a las personas viejas, peor aún si son enfermas o pobres. A veces hacemos chistes con sus descuidos, equivocaciones y traspiés.

Para mi es claro que ese rechazo es sólo miedo. Miedo al momento que seamos como ellos. 

La vejez, la enfermedad y la pobreza te van quitando las cosas que importan hasta que te quita lo primero y lo último que todo humano tiene: La vida. Claro que eso asusta y mucho.

Ese miedo ha estado presente a lo largo de la historia humana: En los cuentos de hadas las mujeres viejas y pobres son brujas y los hombres viejos y pobres son o pordioseros o peligrosos villanos.

Esta situación está empeorando. La publicidad ha construido el mito de la juventud eterna. Los héroes son siempre jóvenes y prósperos.

A la vez, la vejez y la miseria son invisibilizadas. Los adultos mayores enfermos son sólo dignos de lástima, cuando no de olvido.

El miedo y sus derivados son la forma tramposa que tenemos de evitar pensar en nuestro propio futuro y nuestra propia vejez.

Esas conductas nos impiden relacionarnos de manera positiva no sólo con las personas que tienen estas condiciones, sino con nosotros mismos.

 

|Descubrí allí que uno puede llorar todo lo que quiera, y que eso no ayuda mucho. Úrsula K. Le Guin (La mano izquierda de la oscuridad)

Pero no quiero hablar de los miedos de la gente en general, sino de los míos y de que quiero hacer con ellos.

Los años avanzan, la enfermedad también, la pobreza ronda por la mayoría de los venezolanos.

Algo habrá que hacer, aunque sea desnudar mis miedos para hacerlos salir y ver a la cara esos monstruos.

No soy para nada de esos que glorifican la vejez. Me parece que aquellos que hablan de abuelitos felices, llenos de sabiduría y respetados por las personas que los rodean, viven en otro mundo o forman parte de la minoría de personas que tienen los recursos suficientes para tener una vejez en paz.

Por el contrario, la vejez, sobre todo combinada con la enfermedad y la pobreza es una mierda. Me disculpan la palabra fea, pero es la verdad.

En Venezuela los estudios recientes hablan de que los adultos mayores en su mayoría viven situaciones enormemente difíciles: Sin dinero (les robaron las prestaciones sociales y la inflación constante les arrebatan los pocos ingresos que tienen) sin sistemas de salud que los protejan (el sistema de salud venezolano fue destruido) y a veces en soledad (muchos de sus hijos y nietos han tenido que emigrar)

Aún aquellos que aún estamos un poco por encima de la línea de la pobreza vivimos en una incertidumbre enorme.

Pero, como dice la frase que inicia esta parte, llorar no ayuda de mucho.

 

| Si continuas así, si sigues huyendo, dondequiera que huyas siempre encontrarás el peligro y el mal, porque es ella la que te lleva, la que elige tu camino. Eres tu quien ha de elegir. Tienes que hostigar a quien te hostiga. Tienes que perseguir al cazador. Úrsula K. Le Guin (Un Mago de Terramar)

Sé que no puedo seguir huyendo. Que no hay para dónde ir que no sea el mismo camino que lleva al mismo final. No hay otra estrategia que la de seguir pataleando.

Al igual que Ged de Terramar, la novela de Úrsula K. Le Guin, sé que sólo podré vencer a la sombra que me persigue si me integro a ella, en mi luz y en mi oscuridad.

Por ello, me dispongo a perseguir a mi sombra, Quizás a darle caza.

Lo primero es persistir. 

Para ello tengo que trabajar en lo que sé hacer e intentar hacerlo cada día mejor. Ese propósito no tiene el menor rasgo de heroísmo. No tengo otra opción. Además de que, desde ya, darme por vencido  no es una opción válida para mí. Por lo que espero poder seguir dando de mi todo lo que pueda por algún tiempo más.

Lo segundo es viajar en compañía.

A diferencia del mago, y porque no lo soy, no quiero enfrentar a la sombra yo sólo. Me produce un miedo aterrador.

Necesito una mano que me sostenga. Unos ojos que miren por mí. Una voz que me guíe.

¿Tendré el derecho de pedir esos deseos?

 

| La vaguedad engendra vaguedad, y algunas preguntas, por supuesto, no tienen respuesta. Úrsula K. Le Guin (La mano izquierda de la oscuridad)

 Quizás algunos dones hay que ganárselos.

 

| Pero tenía además un arte más grande, un arte que no se aprende: el de la bondad. Úrsula K. Le Guin (Un Mago de Terramar)

¿Eso querrá decir que tengo que hacer el bien? 

Esta idea no me cuadra del todo. Vivimos en un mundo en gran medida perverso, hacer el bien puede ser algo perverso también. Es claro que es posible hacer mucho mal queriendo hacer el bien. 

Además, ¿qué significa hacer el bien? Eso depende del punto de vista en que se lo mire. 

Pero puedo intentar ser bondadoso.

Eso no tiene que ver con parecer un viejito bueno. Eso me produciría repulsión. Tanta cursilería, como diría Aquiles Nazoa, es pavosa.

En mi caso ser bondadoso es intentar interesarme más en otras personas y apoyarlas, en particular de aquellas que sufren y están solas. Es intentar estar cerca de quien lo necesite, aunque no pueda estar físicamente cerca.

Dar una mano, una palabra, aunque eso sea poco.

Hay en este momento tantas personas heridas por las múltiples crisis que nos golpean. Ellos y ellas también tienen mucho miedo.

Compartiremos nuestros miedos y aunque no los convirtamos en valentía, los haremos un poquito más pequeños, más llevaderos.

También puedo tratar, hasta donde sea posible, que mi trabajo sirva para ayudar en algo a los más afectados y en especial a los olvidados.

No es mucho, pero es lo que tengo.

Además el futuro es incertidumbre.  Sólo tengo un presente muy imperfecto para una tarea que siento cada vez más difícil.

Así que seguiré adelante con estas ideas imperfectas con mis miedos, dolencias y ceguera. Y lo haré con terca esperanza.

Hasta donde llegue.

Al finalizar me conseguiré con mi sombra, quizás más fuerte, quizás con menos miedo.

Y para ti que me leíste hasta este punto gracias, gracias, gracias por lo que me has dado.

Espero tener la oportunidad de darte un abrazo en algún momento, aunque sea cuando ya no pueda verte.

 


Imagen arriba: Imagen intervenida de la versión en inglés de Un Mago de Terramar de Úrsula K. La Guin. Escritora estadounidense (1929-2018) a la cual también hago un homenaje con este texto.