viernes, 18 de octubre de 2019

Anuncio público para los amigos no venezolanos






Después de muchos años y muchas dificultades para seguir en mi profesión y pasión de educador ambiental y ambientalista trabajando en Venezuela, hay batallas que dí por perdidas.

Una de ellas es la de intentar seguir convenciendo a muchos profesionales y activistas ambientales fuera de Venezuela que lo que aquí sucede no es un tema de una simple lucha entre polos ideológicos.Mucho menos de un gobierno acorralado por los poderes imperiales.

Que lo que se trata es de la mayor operación de saqueo y destrucción que ha tenido un país en toda su historia republicana. Saqueo promovido y realizado por los propios funcionarios de gobierno.

Y que la consecuencia de esa operación es una violación masiva de derechos humanos que ha empujado este país a la pobreza y más de 4 millones de venezolanos se han visto obligados a emigrar, muchos en las peores condiciones. Que uno de los países que era hasta hace poco tiempo más próspero en la región ahora tiene comprometido su futuro por muchas generaciones.

Pero como dijo alguna vez Octavio Paz: "La ceguera biológica impide ver, la ceguera ideológica impide pensar.". 

Los más fanáticos ni siquiera quieren saber de lo que pasa en Venezuela. Para ellos toda información sobre cualquier cosa mala que esté sucediendo en Venezuela, incluso personal, es mentira.

En las personas menos ideologizadas se siente la disonancia cognitiva - la incomodidad psicológica entre lo que creen y lo que perciben - pero se mantienen en un silencio vergonzoso.

Incluso me duele su indiferencia e incluso su aquiescencia a las cada vez mayores trabas burocráticas que sus países levantan para impedir que los venezolanos puedan llegar a sus países. Son muros para impedir que gente pobre y desesperada logre un sitio donde poder vivir con un poco de dignidad.

Les ofende el muro de Trump, ni se enteran de el que construyen sus países. Odian nuestra pobreza nueva.

Estoy seguro que sí en Venezuela los crímenes actuales los estuviese cometiendo alguien del tipo de Ivan Duque o Jair Bolzonaro, ya muchos estuvieran exigiendo a la Corte Internacional de La Haya  tomar decisiones inmediatas y drásticas y usarían palabras grandes como ecocidio, etnocidio y genocidio.

Lo siento muchísimo por esos profesionales brasileños, argentinos, uruguayos, mexicanos, ecuatorianos, españoles, y de otros países que conocí, aprecié y seguí como maestros.Ya que a muchos les tengo una enorme consideración como profesionales y personas.

Pero me duele muchísimo su silencio, su indiferencia, su desprecio, incluso en algunos casos su irrespeto.

Por ello se abrió una enorme grieta se abrió en mi valoración hacia ustedes.

En particular hacia aquellos que siempre dijeron que eran personas sensibles, humanistas, críticos, abiertos y defensores del ambiente y los derechos humanos.

Les pregunto ¿Era todo mentira?

Ya me quedan pocas fuerzas. Así que dejo de pensar en grandes debates y discusiones y me concentro en tratar de reunir y enviar información a todas  las personas de buena voluntad que se me acercan a pedir noticias directas sobre lo que aquí sucede.

Asimismo para los que no están satisfechos con la información que les está llegando a sus países y los que intuyen que debajo de la mascarada de revolución hay un infierno.

Pero principalmente para los que simplemente les duele lo que le pasa a las personas, a sus derechos y al ambiente, sin importar su ideología, nacionalidad, sexo, raza, religión o preferencias sexuales.

Es decir a los que se sienten humanos y no militantes de una causa política.

Por ustedes queridos amigos, amigas, compañeros, hermanos, seguiré adelante, hasta donde pueda.